Je suis Nice
Je suis Nice, yo soy Niza, yo me solidarizo con el dolor provocado por la estupidez humana. Yo soy uno más que en la distancia se manifiesta en favor de la vida en paz y en contra de muerte orquestada de forma estúpida. Yo soy Niza, yo soy un insolente que se alza en contra de las amenazas terroristas. Yo podría seguir elevando el tono de mi discurso hasta límites que sobre pasan los límites de la cordura, pero no, no lo haré.
En caliente se pueden decir muchas barbaridades. Es muy fácil realizar una masacre. Está al alcance de cualquier estúpido. Destruir vida es sencillo, crearla es divertido, cuidarla es una ardua labor fuera del alcance de quienes carecen de humanidad. Sin embargo no es mi intención rebajarme a la bajeza de quienes atentan indiscriminadamente, independientemente de las injustificables razones que enarbolen.
Mi trabajo me ha hecho conocer esta ciudad y en el futuro regresaré, aprovechando mi tiempo libre para volver a recorrer sus calles en interminables paseos por Le Promenade des Anglais, o los bellos alrededores de la plaza Massena. Por ello la noticia de la masacre de Niza me ha tocado más que otros desastres humanos cuya lejanía no los hace menos importantes, pero que atenúa la intensidad de las emociones. Así pues, mis sentimientos de dolor y pesar están con todas los afectados por la tragedia de Niza. Una ciudad que me ha dado la oportunidad de crecer a nivel profesional y personal. Un lugar que siempre estará en mi historia vital.
Al hilo del dolor trato de reflexionar sobre la locura del terrorismo. Pero, no se puede tratar de comprender algo como lo que ha sucedido. No se puede comprender porque no tiene sentido. Algo irracional no se puede asimilar. Tampoco se puede prevenir. Las fronteras no frenan la sin razón. Luchar contra religiones, o movimientos políticos usados como excusa para movilizar una horda de imbéciles tampoco sirve, porque cualquier otra excusa -por primitiva que resulte- se puede emplear para aprovecharse de cabezas huecas. Quizás sólo el conocimiento, la lectura y el saber puedan hacer que la gente tenga criterio propio, capacidad para discernir cuando se están aprovechando de ellos para fines distintos de los que les han prometido. Esa sabiduría vital, acompañada de un progreso que permita a la gente vivir de forma digna, harían que la próxima vez que un iluminado llame a la barbarie reciba por respuesta un sonoro “Vete al carajo tontaina” en lugar de recibir una ovación o aprobatorias ráfagas de AK-47.
No obstante mientras todo esto suceda y se vuelva a repetir, mi actitud es la de ignorancia. No se puede, ni debe vivir con miedo. Un ataque terrorista es un impredecible metorito que te aplasta sin previo aviso. Y cada vez que la vida nos golpea, nos tira, nos daña y nos invita rendirnos, nos debemos volver a levantar y continuar caminando a la espera de la próxima inútil masacre. La vida debe seguir, a pesar de la muerte.
Volveré a Niza, volveré a disfrutar de la ciudad y de la afabilidad de sus gentes. No importa qué mente enferma esté tramando alguna barbaridad contra inocentes en cualquier lugar del planeta. Mi vida sigue y pienso disfrutarla aunque haya un idiota a la vuelta de la esquina que vaya a acabar con mi vida sin motivo alguno. Je suis Nice, aussi.
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