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La cruda realidad actual es bien distinta. Eso sí, seguimos guardando alguna que otra característica del pasado. Pero no es deseable conservar según qué cosas.
Tenemos que acabar con el franquismo que todavía existe en el mercado laboral. Y no me refiero al despotismo con el que se trata a los trabajadores, ya que eso es una característica del neoliberalismo. En el franquismo se trataba a los trabajadores con mucha más “franqueza”, con un paternalismo, prepotente del que sabe que el mísero currante no tiene otra opción que agachar la cabeza y transigir. Qué coincidencia, igual que con el neoliberalismo…
El franquismo persiste en los horarios laborales y en la concepción del trabajo como un lugar en el que hay que estar y rendir pleitseía a los superiores (algunos incluso se creen ungidos por un poder divino).
Todo esto tiene una explicación. En la época del desarrollismo los trabajadores se vieron obligados a trabajar en varios lugares porque con un solo sueldo era imposible sacar adelante a la familia más allá de lo estrictamente vital. Pero no se podían adquirir muchos bienes de consumo o tratar de comprar una vivienda sin deslomarse a trabajar en varios sitios a la vez, como el personaje de comic Plurilópez, con lo que comenzaron a tener un trabajo por la mañana y otro por la tarde. Una vez que se consiguió que el trabajador español estuviera trabajando todo el día, se aumentaron los sueldos lo suficiente como para poder sobrevivir y los horarios lo suficiente para que sólo se pudiera tener un trabajo. Jugada maestra. Esclavización legal. Todo el día trabajando para el mismo tirano, en lugar de estar trabajando para dos.
Se podría pensar que con el paso del tiempo y de alcanzar el estado del bienestar la tendencia sería la de imitar a los países nórdicos y tener sólo un trabajo con un horario asequible a una forma de vida humana. Y poder realizar actividades ajenas a la empresa que te arranca el pellejo. Poder dedicar el tiempo necesario a los hijos, a los amigos, a leer por ejemplo. Pero lejos de esto, se involucionó todavía más.
En las últimas dos décadas se han perdido beneficios sociales. Y no sólo eso. Hay una gran disparidad entre lo que se publica en los medios de comunicación y lo que pasa en la vida real. Lo cierto es que el mercado laboral es cada vez más precario. Los trabajos son muy temporales. Los sueldos han bajado. Ya no hay ni horas extras, eso es antiguo, ahora tienes que estar todo el día en el trabajo, rebasando el límite de horas que indica el estatuto de los trabajadores, porque trabajas por objetivos. Tu vida es la empresa, hasta que te echen dándote cuatro euros.
Las consecuencias de esta situación son muchas ya cada vez más acentuadas y graves.
La natalidad se desploma. Nadie que esté todo el día en el puesto de trabajo por un sueldo de mierda llega a casa con ganas de sexo, y ni imaginar que la situación fuera la misma, pero con menos dinero y con un niño llorando toda la noche. Sólo tienen hijos los emigrantes, que en su mayoría no tienen que aguantar un puesto de trabajo y estar todo el día. Y para los que 2500 euros por un hijo les parece toda una fortuna.
La alimentación se deteriora, porque no hay tiempo para volver a casa para comer. Se come cualquier cosa mal cocinada y con peores ingredientes en un bar. Somos lo que comemos, nuestra salud se deteriorará antes que la de nuestros abuelos. Tampoco tenemos tiempo de comprar, ni de cocinar. Ya nos hemos acostumbrado tantos a la comida basura, que lo que nos apetece cuando tenemos tiempo es una pizza, en lugar de un buen guiso.
La vida es de una calidad ínfima. Sobre todo en las grandes ciudades. Atascos constantes. Contaminación. Ruido. Prisas. Estrés. Corre más, no llego, no tengo tiempo. Al llegar a casa el cerebro se desconecta y se queda babeando cual lobotomizado esperando que u otro cómico te haga olvidar la miserable vida que arrastras.
La productividad es cada vez más baja, porque da igual que hagas bien o mal tu trabajo, da igual que lo acabes antes o después. Tú tienes que estar allí todo el día, haciendo acto de presencia. Sabes que si lo haces bien el mérito será de tu superior y si lo haces mal te echarán a la calle. ¿Qué motivación puede tener alguien para trabajar de esa forma?
No sólo se reduce la calidad de vida, también lo que dura ésta. La esperanza de vida está comenzando a estancarse y en algunos casos a disminuir. Lo cual es todo un detalle, porque para vivir como estoy contando es mucho mejor irse a la puerta del cementario y pegarse un tiro. Al menos te ahorras el transporte.
Divorcios. Alguien que decida tener una carrear exitosa en una multinacional tendrá que decidir entre la propia empresa y su vida conyugal. Es un hecho. La gran mayoría de los directivos de las empresas están divorciados. Y los currantes terminarán por hacer lo mismo, porque la relación con su pareja es escasa, y plena de problemas derivados de la falta de dinero y de tiempo.
Fracaso escolar. Tenemos pocos hijos y cada vez están peor educados. Realmente viven asilvestrados en un mundo en el que carecen de modelos paternos porque están todo el puñetero día fuera de casa deslomándose para que unos ingratos adolescentes no lo valoren, pero les pidan ropa de marca, un móvil de última generación y una consola nueva. Viven sin respeto y sin concepto de esfuerzo. Los padres pecan de proteccionismo y ellos crecen sin límites y sin obligaciones. Los modelos que tienen son los que salen de un DVD, youtube o de la TV. Estudiar? Para qué? Eso no da dinero (y lo triste es que tienen razón) es mejor ir a un reality show y forrarse contando a quién te has follado. Menos mal que nunca cobraré la jubilación, porque estos cabritos jamás trabajarán para pagármela. Lo paradójico es que para la nueva generación el fracaso escolar es una garantía de éxito. De todos modos un párrafo es poco para hablar del gran problema de la educación en España.
Alta siniestralidad. Con una situación de gente desmotivada, mal alimentada, agotada, que duerme poco; lo extraño es que no haya más accidentes a diario.
Y todavía se echan las manos a la cabeza los grandes cerebros de los departamentos de recursos humanos cuando se ve que la gente no está comprometida con su empresa. ¿Qué empresa está comprometida con sus trabajadores? El quid pro cuo también hay que aplicarlo a las relaciones laborales. Decídete si me pagas por trabajar o si hay algo más en esa relación.
La vida laboral está llena de falacias. Mañana seguiré con ellas.